San Cleofás es una figura relevante en la tradición cristiana, mencionado en el Nuevo Testamento como uno de los discípulos de Jesús y testigo de su resurrección.
Aunque su figura no es tan ampliamente venerada como la de los Apóstoles, su importancia en los primeros días del cristianismo y su conexión directa con Cristo resucitado le otorgan un lugar especial entre los santos.
Cleofás en las escrituras
El nombre de Cleofás aparece en el Evangelio de San Lucas (24:13-35), en el episodio del «Camino a Emaús».
Cleofás es uno de los dos discípulos que, el día de la Resurrección de Jesús, caminaban desde Jerusalén hacia un pueblo llamado Emaús, a unos 11 kilómetros de distancia.
En su camino, Jesús resucitado se les apareció, pero no lo reconocieron de inmediato.
En su conversación, Cleofás y su compañero manifestaron su tristeza y confusión por la muerte de Jesús y el hecho de que su cuerpo no había sido encontrado en la tumba.
Sin embargo, Jesús les explicó las Escrituras, mostrándoles cómo los profetas habían anunciado todo lo que le había sucedido al Mesías. Solo al llegar a Emaús y al compartir la cena con ellos, cuando Jesús partió el pan, los ojos de Cleofás y su compañero se abrieron y lo reconocieron.
En ese momento, Jesús desapareció de su vista, y los dos discípulos, llenos de gozo, regresaron a Jerusalén para contar a los demás Apóstoles que habían visto al Señor resucitado.
Interpretación y significado
Este pasaje es uno de los relatos más ricos teológicamente en el Nuevo Testamento, ya que destaca la importancia de la Eucaristía y la revelación de Cristo a sus seguidores.
La «apertura de los ojos» de Cleofás y su compañero en el momento de partir el pan es una referencia directa a la fracción del pan, un gesto que los primeros cristianos asociaron con la celebración de la Eucaristía.
Cleofás, por lo tanto, se convierte en un símbolo de la comunidad de discípulos que, aunque no eran parte del grupo de los Doce Apóstoles, fueron testigos privilegiados de la resurrección y del cumplimiento de las promesas de Dios.
Además, el hecho de que Jesús se apareciera a Cleofás y no solo a los Apóstoles más cercanos resalta la universalidad de la resurrección de Cristo y su mensaje, que no está restringido a unos pocos, sino destinado a toda la humanidad.
Relación con otros personajes bíblicos
La identidad de Cleofás ha sido tema de debate entre los estudiosos de las Escrituras. Algunos creen que Cleofás es el mismo personaje que «Clopás», mencionado en el Evangelio de Juan (19:25) como esposo de una de las mujeres que estuvo presente en la crucifixión de Jesús: «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de Clopás, y María Magdalena».
Si Cleofás y Clopás son la misma persona, esto le otorga una relevancia aún mayor dentro de la tradición cristiana, ya que implicaría que él estuvo casado con una de las mujeres más cercanas a la Virgen María.
Algunos estudiosos también sugieren que Clopás era hermano de San José, lo que haría de Cleofás un tío de Jesús en un sentido familiar.
Sin embargo, hay otras interpretaciones que ven a Cleofás como una persona distinta, sin ninguna relación familiar con Jesús, aunque esto no reduce la importancia de su testimonio en el relato de la Resurrección.
El culto a San Cleofás
Aunque San Cleofás no es un santo tan conocido como los Apóstoles o algunos de los mártires cristianos más prominentes, su figura ha sido venerada desde los primeros siglos del cristianismo.
La Iglesia Católica celebra su festividad el 25 de septiembre, y en algunos lugares se le venera como un testigo esencial de la Resurrección.
También se ha asociado con la predicación del Evangelio en los primeros días de la Iglesia, aunque no existen muchos detalles históricos o biográficos sobre su vida después del encuentro con Jesús en el camino a Emaús.
En la tradición cristiana oriental, Cleofás también es honrado, y su nombre aparece en algunos textos litúrgicos y homilías que conmemoran su papel como uno de los primeros testigos de la resurrección de Cristo.
Iconografía y representación
En el arte cristiano, San Cleofás suele ser representado en escenas del camino a Emaús, junto con el otro discípulo y Jesús. Generalmente, las imágenes muestran a los tres caminando o sentados a la mesa, en el momento en que Cristo parte el pan.
Este episodio ha sido inmortalizado en numerosas obras de arte, siendo una de las más famosas la pintura de Caravaggio titulada «La Cena de Emaús», donde se captura el instante preciso en que los discípulos reconocen a Jesús.
Cleofás también aparece en otras obras, como frescos y vidrieras, siempre en el contexto de la Resurrección.
Su representación iconográfica refuerza su papel como testigo de este evento fundamental en la fe cristiana.
Festivo y celebración de San Cleofás
San Cleofás es una figura importante en la tradición cristiana, no solo por su testimonio directo de la Resurrección de Cristo, sino por el simbolismo profundo que su experiencia en el camino a Emaús ofrece a los creyentes.
A través de su historia, los cristianos recuerdan que Jesús se revela a todos aquellos que lo buscan con un corazón abierto, especialmente en la Eucaristía.
Su festividad, celebrada el 25 de septiembre, invita a reflexionar sobre la presencia de Cristo en medio de nosotros y cómo, al igual que Cleofás, estamos llamados a reconocerlo y anunciar su resurrección al mundo.
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