Santa Marta: la protectora de los hogares y las necesidades

Santa Marta, conocida en la tradición cristiana como una de las discípulas cercanas a Jesús, es una figura profundamente venerada en el catolicismo.

Su vida se menciona en los Evangelios, especialmente en el relato de su hospitalidad hacia Jesús en Betania, junto con su hermana María y su hermano Lázaro.

Además de su historia bíblica, Santa Marta ha sido honrada como patrona de diversos aspectos de la vida, destacándose por su intercesión en momentos de necesidad.

 

Historia y vida de Santa Marta

Marta es una de las mujeres más mencionadas en el Nuevo Testamento. En los Evangelios, se la presenta como una mujer práctica, responsable de las labores domésticas cuando Jesús visitaba su hogar en Betania.

Mientras su hermana María se dedicaba a escuchar las enseñanzas de Jesús, Marta estaba ocupada en los quehaceres, lo que la llevó a pedirle a Jesús que su hermana la ayudara.

La respuesta de Jesús, en la que señala que María había elegido «la mejor parte», muestra el equilibrio entre el servicio y la contemplación, siendo ambas actitudes importantes para la vida cristiana.

Sin embargo, Marta no es solo una figura de servicio; también es conocida por su fe.

En el Evangelio de San Juan, cuando su hermano Lázaro muere, Marta expresa una confianza inquebrantable en Jesús, diciendo: «Yo sé que mi hermano resucitará en el último día».

Jesús realiza el milagro de la resurrección de Lázaro, lo que fortalece aún más la figura de Marta como una mujer de fe y esperanza.

 

¿De qué es patrona Santa Marta?

Santa Marta es reconocida como la patrona de las amas de casa, por su dedicación a las tareas domésticas y su hospitalidad.

Además, se le invoca en situaciones de urgencia y necesidad, ya que en la tradición cristiana, su intercesión es poderosa para resolver problemas complicados.

Por esta razón, también se la considera patrona de quienes enfrentan dificultades o situaciones desesperadas.

Otro aspecto destacado es su relación con la hospitalidad y los hogares, pues su actitud servicial ha convertido a Santa Marta en protectora de aquellos que se esfuerzan por mantener la paz y el bienestar en sus familias y hogares.

En algunas tradiciones locales, se la asocia con la protección contra plagas y serpientes, debido a una leyenda posterior que narra su enfrentamiento con un dragón en la región de Provenza, Francia.

Según la leyenda, Marta domó a la criatura, lo que simboliza su poder sobre las fuerzas del mal.

 

Celebración de Santa Marta

La fiesta de Santa Marta se celebra cada 29 de julio en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica. Esta fecha fue establecida para honrar su vida y su devoción a Jesús, así como su ejemplo de servicio y fe inquebrantable.

En muchos lugares, especialmente en España y América Latina, se realizan procesiones, misas especiales y celebraciones populares en su honor.

En algunos países de América Latina, como Venezuela y Colombia, las celebraciones también incluyen la novena de Santa Marta, en la que se rezan oraciones durante nueve días consecutivos, pidiendo su intercesión en situaciones difíciles.

Durante estos días, los fieles colocan imágenes de Santa Marta en sus hogares y encienden velas en su honor.

 

Devoción popular a Santa Marta

A lo largo de los siglos, la devoción a Santa Marta ha crecido, especialmente en las comunidades católicas.

Su vida sencilla pero llena de fe y servicio ha inspirado a innumerables personas a imitar su ejemplo en sus propias vidas, confiando en su intercesión en los momentos de mayor necesidad.

 

Una de las oraciones más conocidas a Santa Marta refleja esta confianza:

«Santa Marta, madre de los que sufren y protectora de los que te invocan, atiende nuestras súplicas y socórrelos en las pruebas de la vida. Amén.»

En resumen, Santa Marta es una figura profundamente querida en el cristianismo, ejemplo de fe, servicio y hospitalidad.

Como patrona de las amas de casa, de los hogares y de quienes enfrentan dificultades, su festividad cada 29 de julio recuerda su legado y su continua intercesión para aquellos que la veneran con devoción.